
La hija guarda el secreto de su vocación de cantante de tango para no desilusionar a su padre que sueña con una hija universitaria, muy alejada de la bohemia y de los apremios que suelen ofrecer los primeros pasos de todo artista.
Pero un día…la sangre tanguera impone su mandato y María decide probar suerte en una tanguería humilde, perdida en los arrabales.
A partir de allí, la vida cambiará para María, y también para su padre que la espera y reflexiona acerca de la fuerza de una herencia innegable que descubre en su hija.
Esta historia simple pero movilizadora está contada e hilvanada con 18 tangos, la mayoría clásicos y otros menos conocidos que aportan la emoción que requiere cada momento. Y dos parejas de bailarines profesionales que ofrecen un espectáculo de jerarquía y completan la conjunción de canto, teatro y danza.
Reparto:
Paola Schiavoni
Luis Caram
Adrián Marré
Patricia Gallo
Ariel Ascheri
Luis Painián
Bailarines: Fabiana y Ricardo
Música: Ariel Ascheri
Dirección teatral: Luis Caram
Idea y guión: Paola Schiavoni
Y el sábado, en la primer función, me emocioné mucho cuando en el cierre Paola schiavoni y Luis Caram interpretaron "Herencia Tanguera", nombre del tango cuya letra escribí especialmente a pedido de Paola, cuya música pertenece a Ariel Ascheri.
Herencia Tanguera es un musical muy bien armado, que nos permite intimar con una historia de padre e hija, mientras disfrutamos de unos buenos tangos en las voces de Schiavoni y Caram, excelentemente acompañados por el fondo musical realizado por Ariel Ascheri.
Además esta escapada sirvió para compartir inolvidables momentos con grandes amigas que siempre me reciben con amor.

HERENCIA TANGUERA
(Pizzo-Ascheri)
Hija:
No sé
si fue una mueca del desdén,
si fue el perfume de mi cruz.
No sé
un bravo intento por latir,
o el resultado de soñar.
Pero busqué
la puerta loca del después, que me remonte del fangal;
busqué un después de penas y licor,
un ramillete de calor,
Padre:
No sé
si me perdí en algún andén,
si me cegó una oscura luz.
No sé
la gris costumbre de sufrir,
o la prisión de respirar.
Perdí,
dejé escapar mi último tren,
armé un destino a contraluz.
Viajé
rompí el encanto de vivir,
y fue mi Norte resignar...
Pero encontré
la libertad del corazón
que transformó mi realidad;
aquélla realidad que acribilló
con su armadura de dolor
Juntos:
Mas hoy,
la eterna fuerza del amor,
este deseo de cantar,
al son de un Tango revivió
la herencia bien tanguera y esencial
alma y raíz de bandoneón
aún más allá de la razón;
la herencia bien tanguera y esencial
que más allá de la razón
buscó un ojal y floreció.
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