Estampas de un Tiempo Nuevo
-poesías y cuentos con igual violín-
Este libro, editado en 1994, fue el primero de tres realizados a través de la Asociación Literaria La Besana.
En él el lector podrá encontrar una producción poética dicersa, algunas con la frescura de las emotividades juveniles y otras como resultado de maduras experiencias. Leerá cuentos provenientes de creaciones imaginativas, emparentados con el realismo encadenado en la magia de la ilusión.
Gustavo Martín Castro, José Enrique Paredero, Héctor Higinio Picallo, Marta S. Pizzo y Walter Osmar Stella, integrantes de la Asociación Literaria La Besana, pretenden dejar estos trabajos, tomando la primera acepción del lenguaje, cuando define la palabra elegida que los agrupa: Labor de surcos paralelos que se hace en la tierra con el arado.
En él el lector podrá encontrar una producción poética dicersa, algunas con la frescura de las emotividades juveniles y otras como resultado de maduras experiencias. Leerá cuentos provenientes de creaciones imaginativas, emparentados con el realismo encadenado en la magia de la ilusión.
Gustavo Martín Castro, José Enrique Paredero, Héctor Higinio Picallo, Marta S. Pizzo y Walter Osmar Stella, integrantes de la Asociación Literaria La Besana, pretenden dejar estos trabajos, tomando la primera acepción del lenguaje, cuando define la palabra elegida que los agrupa: Labor de surcos paralelos que se hace en la tierra con el arado.
Tus ojos azules
Aquella noche sin estrellas,
cuando pensó que el mundo
le era indiferente,
que todo daba igual,
lo vio llegar
detrás de un par de ojos azules.
Aquélla noche negra, negra,
siguió brillando el sol
detrás de su sonrisa.
La mesa de ese bar
los descubrió dispuestos y sonrientes,
queriendo conocerse.
Y justo en ése momento,
rodeados del bullicio de la gente,
creyéndose solos en la Tierra,
sus corazones, con marcha acelerada,
comenzaron a hablar el mismo idioma.
Aquella noche sin estrellas
se puso clara
con el mirar de los ojos de ese hombre
que la abrazaban.
Con su ternura
se apaciguó la lluvia.
Sintió su mano tibia y suave
cuando se levantaron
y huyeron de ése bar
para caminar juntos bajo las gotas frías
aquella noche de sábado.
Aquélla sin estrellas
en la que ellos
se enamoraron.
Aquella noche sin estrellas,
cuando pensó que el mundo
le era indiferente,
que todo daba igual,
lo vio llegar
detrás de un par de ojos azules.
Aquélla noche negra, negra,
siguió brillando el sol
detrás de su sonrisa.
La mesa de ese bar
los descubrió dispuestos y sonrientes,
queriendo conocerse.
Y justo en ése momento,
rodeados del bullicio de la gente,
creyéndose solos en la Tierra,
sus corazones, con marcha acelerada,
comenzaron a hablar el mismo idioma.
Aquella noche sin estrellas
se puso clara
con el mirar de los ojos de ese hombre
que la abrazaban.
Con su ternura
se apaciguó la lluvia.
Sintió su mano tibia y suave
cuando se levantaron
y huyeron de ése bar
para caminar juntos bajo las gotas frías
aquella noche de sábado.
Aquélla sin estrellas
en la que ellos
se enamoraron.
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